Del Amor a la Libido
El recorrido de Freud sobre el amor y la libido parte de una premisa esencial: la libido no es algo que se escapa, ni una energía difusa, sino que debe concebirse como parte del organismo, casi como un órgano o un instrumento funcional del cuerpo.
El sujeto y el otro: el campo narcisista y la diferencia sexual
El inconsciente, según Freud, puede compararse con un sótano, o incluso con una caverna, evocando a Platón. El sujeto está dividido por el efecto del lenguaje, marcado por la palabra. Esta división se revela y oculta alternativamente a través de las pulsiones inconscientes, de las cuales solo se captan formas parciales.
Freud establece que para concebir el amor hay que referirse a una estructura diferente de la de la pulsión. Es en esta complejidad donde el sujeto se encuentra con el otro, configurando el campo narcisista y la diferencia sexual.
Tres niveles fundamentales del amor según Freud:
- Nivel económico: placer vs. displacer.
- Nivel real: lo interesante vs. lo indiferente.
- Nivel biológico: actividad vs. pasividad, y en ese cruce: amar vs. ser amado.
Estos tres niveles —económico, biológico y de objeto— son esenciales para comprender la relación del individuo con sus pulsiones.
Deseo, narcisismo y sexualidad
Freud se aboca a sentar las bases del amor a través de oposiciones fundamentales:
- Actividad / Pasividad
- Masculino / Femenino
Dentro de esta maraña de relaciones aparece el deseo y el narcisismo. La sexualidad se hace presente y ejerce su acción propia a través de las pulsiones.